martes, 16 de agosto de 2011

Segunda Parte del Ejercicio (demorada)

Perdón por tardar tanto en entregar la segunda parte del ejercicio.
Útiles
Lápiz
Goma
La misma hoja que habías utilizado en la primera parte
Lápices de colores
Compás

Habías trazado una línea vertical en una hoja y, mientras pensabas en uno de tus progenitores, listate aquello que te había dañado de sus actitudes.
En la segunda columna, al lado de cada uno de los reclamos, escribí qué sensibilidad te dió atravesar esa experiencia mientras estabas creciendo.
Nuestras heridas nos dan un indicio sobre nuestro propósito de vida. Te doy un ejemplo: si fui constantemente humillada de chica, es porque estoy destinada a tener poder. Y seguiré repitiendo esa experiencia de infancia hasta que me alinee con mi poder. Y me amigue con lo que significa, para mi, el poder.
Algunos lo utilizan para humillar a otros y continúan la cadena que traspasa una utilización baja del poder a la siguiente generación. Hasta que en esa familia nace un Ghandi, que transmuta el significado del poder y corre la bocha hacia adelante.
No te olvides de poner tu mano derecha sobre el corazón y respirar amor. Cuando lo haces por dos minutos y medio, tu sistema endócrino libera oxitocina, la hormona que segregan las mujeres durante y después del parto, y que les da la fuerza de parir, la de amar instantáneamente al producto de ese parto y la de nutrirlo para que crezca. Los varones también la producen.
Cuando puedas conectarte con la columna derecha de tu ejercicio, tomá la goma y borrá las heridas. En el espacio que queda vacío, tomá el compás y trazá dos o tres círculos del tamaño que quepa, y pintalos. Te van a quedar del lado izquierdo: mandalitas de colores. Y del derecho: tus fortalezas.

Te invito a contarnos qué descubriste con este ejercicio. Nuestras heridas y lo que hacemos con ellas les sirve a todos.
¡Hasta el próximo ejercicio!