martes, 31 de agosto de 2010

Maratón de la Propia Saga

El sábado 18 de septiembre de 11 a 17 horas, hacemos un intensivo del taller. Seis horas para conectarse con la historia personal a través de juegos, rituales, ejercicios y estímulos y hacer  mucho "barro".
Definición de barro: el material (escrito) crudo del que luego elegiremos los mejores pedazos para darle forma a nuestra historia primordial. Ese primer guión que se cuenta, y nos cuenta, quiénes somos sin que lo sepamos. El software que corre sin parar determinando el presente, que en realidad clona nuestro pasado. Hasta que lo detectamos, lo dejamos salir y lo depositamos, como testimonio del camino que recorrimos, en un lugar visible, "por escrito".

La historia primordial destraba todas las otras; libera el potencial. Contarla nos da claridad. Nos permite acceder a un nivel superior de nuestro propio juego. Siempre estamos contando esa historia.
En el camino de búsqueda, aparece el deseo y el propósito de vida. El qué, cómo, cuándo, dónde.
El grupo nos constela en forma espontánea. Todos los que llegan tienen que ver con alguna parte de la vida del otro.
La Propia Saga es la versión personal de la vida de cada uno hasta ese momento. Durante el taller o inmediatamente después, todo puede cambiar. 

lunes, 16 de agosto de 2010

El primer guión

Una de las personas a las que le "facilito" la escritura, me prestó un libro de Alberto Villoldo cuando le hablé de cómo la historia que nos contamos y organiza nuestra vida, aunque no tengamos conciencia de ella, determina todo. Para cambiar nuestra vida, necesitamos cambiar el guión que se fue, y fuimos, armando.
El primer paso es contarla tal cual sale. Esto lo hacemos  a través de ejercicios y rituales que desactivan al Editor Interno y permiten que todos nuestros personajes internos tengan expresión. Para facilitar este proceso, uso todos los recursos que fui aprendiendo en mi camino: terapia floral, astrología, arquetipos, danza, chamanismo, canto, sonidos, escritura creativa y más.
Y ahora cito al Dr Villoldo: "Nuestras historias son tan poderosas y convincentes que las interiorizamos y quedan alojadas en nuestro tejido muscular como memorias celulares... Nos aferramos a nuestras historias porque nos beneficiamos de ellas, incluso cuando a veces nos hacen sufrir..." (Villoldo, Alberto. Las cuatro revelaciones. Editorial Sirio, 2007).
Esta cita resume un poco lo que fui descubriendo espontáneamente en mi camino y me confirmó lo que puedo ver en los talleres que doy (enseñamos lo que necesitamos aprender): Escribir nuestra historia es terapeútico y desbloquea nuestra capacidad creativa no importa cuál sea nuestra herramienta de expresión.
 

viernes, 13 de agosto de 2010

La escritura es un acto físico

Cuando pregunto a qué plano corresponde la escritura la mayoría de la gente contesta "al mental o intelectual". En realidad, es un acto físico, que involucra cabeza, corazón y tripas. Responde al cruce de dos ejes que atraviesan el cuerpo. El primero nace de las tripas y asciende hasta la cabeza, y vuelve a las tripas. El segundo, va desde la mano izquierda (receptora)  hasta la derecha (emisora). El cruce se produce a la altura del corazón. Sin cuerpo, no hay escritura.
Cuanto más la entrenamos, mejor sale. No importa en qué nivel empieces, si te entrenás, accedes a un nivel superior. Si rara vez escribimos, cuando lo hagamos saldrá un texto oxidado, torpe, confuso. Si lo hacemos siempre desde un solo punto de vista y nunca exploramos otras posibilidades, es como una grabación que siempre dice lo mismo no importa cuál sea la situación actual.
¿Para qué escribir? Para dejar registro, tomar nota, permitir que las voces internas dialoguen y acuerden o no. Para descubrir aspectos olvidados o reprimidos. Para depositar nuestros pensamientos, recuerdos y creencias en algún lugar seguro hasta que estemos listos para revisarlos (de paso no nos andan siguiendo por la vida cotidiana, tiñendo todo lo que hacemos y decimos). Para explorarnos, descubrir quiénes somos y cuántas formas distintas tenemos de contar nuestra historia.
Todos necesitamos expresarnos todo el tiempo; desde una nota pegada en la heladera con instrucciones, pasando por una monografía o una presentación judicial, hasta un email. Todos los días, todos escribimos. Necesitamos y hacemos uso de esta herramienta a diario. Creemos que son sólo palabras y el texto dice lo que queríamos que dijera. La mayoría de las veces no es así. Surgen malentendidos, las tareas no se hacen o se hacen a medias, el mensaje llega distorsionado o nos ponen una nota o calificación que no está a la altura de los conocimientos que tenemos sobre un tema.
Cuando digo que es un acto físico y es entrenable, no me refiero sólo al aspecto mecánico, sino al acto de organizar un contenido interno y pasarlo a un documento de Word o papel. Más sobre esto en la próxima entrada.

lunes, 9 de agosto de 2010

La escritura como herramienta de expresión y sanación

Escribo como forma de vida. Y doy talleres de escritura desde hace 20 años. El primero fue sobre escritura periodística de investigación. Devino en uno de escritura creativa. En mi búsqueda de herramientas para ayudarme a mí misma y  a los participantes a expresarse mejor y destrabar bloqueos, descubrí que estos son siempre emocionales y tienen que ver con la historia personal de cada uno. Cuando contamos, nos contamos. Y nació el taller de la propia saga.
Buscando la línea central de nuestra vida, atravesamos, revivimos y limpiamos conflictos, traumas y carencias. A medida que avanzamos en la purificación, y permitimos que todos nuestros personajes internos cuenten su historia, vamos curando y alquimizando el contenido; se evidencia con claridad el deseo personal profundo, esencial, y se habilitan nuevas formas de llevarlo a cabo.
Crece nuestra capacidad de comunicarnos con precisión en todas sus formas. Y accedemos a un nivel superior de nuestro propio juego.
Los grupos que se arman y los resultados, son relevantes a la historia que trae y desarrolla cada uno de los integrantes. Cada participante se encuentra con sus otros yoes expresados por el resto. Y los cambios, el cambio, se reflejan en el mundo externo.