domingo, 21 de noviembre de 2010

La metáfora del cuarto lleno de gente

La uso para describir el contenido mental y las pulsiones enfrentadas que suelen ser las responsables de que nuestras ideas y pensamientos más originales, nunca lleguen a ser expresadas por escrito. Y el blogueo anterior es una descripción de lo que ocurre cuando nos sentamos frente a computadora o papel y nos disponemos a redactar algo. Todas nuestras subpersonalidades se activan y empiezan a forcejear entre ellas para ser quiénes logren decir lo suyo esta vez. Las voces que normalmente aceptamos y nos permitimos expresar son asaltadas por aquellas que no nos gustan de nosotros, o nos traen problemas con otra gente o nuestro entorno no aceptaría con facilidad. Y adivinen, son las más interesantes, las que nos convierten en alguien único, distinto, especial. El problema es que por falta de aire y ejercicio, aparecen cegadas por la luz, torpes, balbuceantes. Esto nos asusta e incomoda y decidimos postergar la escritura para otro momento. El oro en bruto que significan, se queda como está.
Si seguimos adelante a pesar de la incomodidad, rechazamos todo lo que viene de ellas y el texto queda rígido, seco o desleído. Correcto e insulso. Y nos desanimamos porque toda la vitalidad que intuimos que podemos volcar en un escrito, lo más jugoso de la historia, no está.
La siguiente vez que encaramos la escritura, todo se agita nuevamente y los locos vuelven a ser encerrados en sus celditas en el fondo de nuestro inconsciente. De esta manera nunca se curten, siempre salen en el mismo estado de torpeza y ceguera.
La única manera de cambiar esto es mediante el sostenimiento de la incomodidad o mediante formas alternativas, dosificadas de dejar salir este contenido "prohibido", tabú para nuestra conciencia.
Eso es lo que hacemos en el taller.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Un cuarto lleno de personalidades

Imaginemos un espacio físico, una sala, por ejemplo, llena de gente. Cerca de la entrada hay tres personas bien vestidas, bien habladas, que se ven capaces de lidiar con el mundo de acuerdo a las reglas. Detrás de ellos, hay un señor muy serio, con cara de estricto, que sostiene un libro gigante entre sus manos y lo consulta a cada rato. Más allá de él, en la parte trasera de ese living, está el resto de los presentes, los cuales no tienen la posibilidad de avanzar hacia la puerta y mucho menos salir al exterior. El tiempo transcurre tranquilo y los tres de adelante conversan entre ellos con amabilidad. De pronto hay un ruido a la entrada y alguien de afuera quiere entrar con mucha fuerza. Todos los que están atrás se ponen de pie porque intuyen que hay una oportunidad de, por fin, salir. El hombre guardián se levanta y los contiene, mientras los tres que lideran debaten entre ellos sobre las posibilidades que tienen para resolver la situación. Una del trío decide llamar a la policía pero es obvio que no llegaran a tiempo; el segundo propone que pasen todos hacia un cuarto al costado pero esto no resuelve la situación porque quien pueda entrar a la sala, podrá ir a cualquier otro lado de ese edificio; la tercera propone dialogar con lo que está afuera pero los otros dos le dicen que será difícil razonar con alguien que está intentando entrar a la fuerza.
El señor guardián ha estado cuidando que ninguno de los de atrás avance y traspase el umbral que es su obligación cuidar, pero está cansado y se le ha caído el libraco que contiene las reglas. Es en ese momento que uno de los de atrás lo sobrepasa,  franquea el umbral y avanza entre los tres cerca de la puerta, la abre y golpea violentamente lo que se hallaba detrás de ella y pugnaba por entrar. Cuando lo miran bien, ven que quién estaba amenazando con romper la puerta tenía un arma y su cabeza estaba encapuchada.
¿Qué es lo que ocurrió aquí? Esto es una metafora de...

sábado, 11 de septiembre de 2010

Ejemplo de barro

Este texto fue el resultado de un ejercicio hecho en el taller por una de las participantes:

"Esta historia no puede empezar bien, aunque lo intente, cosa que no pienso hacer de todas formas. Hija de un pompón de algodón embebido en alcohol disfrazado de Vodka, y una ninfómana ávida de poder y gloria, me crié en un rincón oscuro de la casa familiar, olvidada de todos. La desilusión fue la leche amarga que me alimentó, porque debo admitir  que ilusiones siempre tuve, aunque murieran sucesivamente, a medida que, nuevas, iban naciendo. Una a una fueron volteadas por la mano certera de mi madre, experta tiradora, intolerante a cualquier signo de esperanza por considerarla un rasgo idiota. 
" Para cuando tuve mi primer sangrado, era la escuálida sobreviviente de un campo de horror, lleno de fantasmas de abortos y retrasados.
A pesar de todo, tuve un minuto de gloria, y sobre esto es que voy a hablar.
Una mañana gris y húmeda..."

jueves, 2 de septiembre de 2010

El barro textual

Llamo barro al material que luego uso para escribir. Un nombre más conocido para lo mismo es "borrador". Es lo que sale al principio cuando nos disponemos a escribir. Todos los escritores hacen barro primero. Una de las trabas principales para escribir es que creemos que "los escritores de verdad" se sientan, toman la pluma o el teclado y arrancan con una frase genial, redondita y terminada. Cuando esto no ocurre, largamos todo o si estamos obligados a entregar algo o mandar ese mail, nos forzamos a escribir una versión desecada, gris e inanimada de lo que teníamos para decir.
El mito implicaría que por ejemplo Sarmiento, se sentó frente al papel en blanco, y de una y sin dudar redactó: "Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo". Lo más probable es que el discutido prócer haya intentado el arranque varias veces hasta lograr la poderosa frase inicial. Si se hubiera exigido hacerlo de una, nunca lo hubiera escrito. Pero si sólo nos proponemos escribir un barro, del que luego extraeremos pepitas de oro y perlas, el Editor Interno se distrae con otra cosa y nos permite avanzar y expresarnos. Hay muchas maneras de distraer al Editor y lograr que espere su turno. Esta es una de ellas.




miércoles, 1 de septiembre de 2010

la astrología y la escritura

Cada uno de los participantes del taller envía los datos de su nacimiento (fecha, hora y lugar) al inscribirse. La carta natal es como esos libros de cuentos que comienzan una historia y luego se puede desarrollar de distintas maneras y tener múltiples resoluciones. Si el tallerista viene desarrollando una sola, su carta me ayuda a mostrarle las otras posibilidades, a través de mi "caja de herramientas" de escritura. Si siempre está expresando uno sólo de sus personajes internos, sé cómo convocar a los otros y otras que lo habitan, silenciosos. Si sólo dialogan dos, podemos convocar a una tercera.
La carta, los tránsitos y ciclos me indican el clima interno en el que está viviendo. Algunos planetas y los aspectos que forman marcan los miedos, tensiones, dificultades, y también aquello que podría  favorecer un cambio y dar el apoyo necesario para expresar algo distinto.
Mi misión es fortalecer y si es necesario, ayudar a rescatar, al artista que vive dentro del participante. Ese ser único, singular y original que quizás esté viviendo en el altillo o en el cuarto de servicio; o en la punta de la lengua, la pluma o el obturador. También, ayudo a poner al Editor (Saturno) en su lugar de privilegio: el de consultor literario de lujo, una vez que el barro está hecho.
Al ir tejiendo la trama recorrida, la carta cobra vida, los planetas circulan y sus colores originales se encienden; eso está ocurriendo también en su vida cotidiana. Los monstruos intentan un último "¡bú!" antes de mutar a mejores versiones de sí mismos, los disfraces se resecan, cuartean y caen al suelo.
El final es siempre abierto. Una vez contada la historia que traemos se abren los múltiples desarrollos posibles. Si ambos logramos hacer un buen trabajo, podrá descargar la vieja mochila de historias pasadas, sabiendo lo que deja atrás y con espacio para nuevas historias.

martes, 31 de agosto de 2010

Maratón de la Propia Saga

El sábado 18 de septiembre de 11 a 17 horas, hacemos un intensivo del taller. Seis horas para conectarse con la historia personal a través de juegos, rituales, ejercicios y estímulos y hacer  mucho "barro".
Definición de barro: el material (escrito) crudo del que luego elegiremos los mejores pedazos para darle forma a nuestra historia primordial. Ese primer guión que se cuenta, y nos cuenta, quiénes somos sin que lo sepamos. El software que corre sin parar determinando el presente, que en realidad clona nuestro pasado. Hasta que lo detectamos, lo dejamos salir y lo depositamos, como testimonio del camino que recorrimos, en un lugar visible, "por escrito".

La historia primordial destraba todas las otras; libera el potencial. Contarla nos da claridad. Nos permite acceder a un nivel superior de nuestro propio juego. Siempre estamos contando esa historia.
En el camino de búsqueda, aparece el deseo y el propósito de vida. El qué, cómo, cuándo, dónde.
El grupo nos constela en forma espontánea. Todos los que llegan tienen que ver con alguna parte de la vida del otro.
La Propia Saga es la versión personal de la vida de cada uno hasta ese momento. Durante el taller o inmediatamente después, todo puede cambiar. 

lunes, 16 de agosto de 2010

El primer guión

Una de las personas a las que le "facilito" la escritura, me prestó un libro de Alberto Villoldo cuando le hablé de cómo la historia que nos contamos y organiza nuestra vida, aunque no tengamos conciencia de ella, determina todo. Para cambiar nuestra vida, necesitamos cambiar el guión que se fue, y fuimos, armando.
El primer paso es contarla tal cual sale. Esto lo hacemos  a través de ejercicios y rituales que desactivan al Editor Interno y permiten que todos nuestros personajes internos tengan expresión. Para facilitar este proceso, uso todos los recursos que fui aprendiendo en mi camino: terapia floral, astrología, arquetipos, danza, chamanismo, canto, sonidos, escritura creativa y más.
Y ahora cito al Dr Villoldo: "Nuestras historias son tan poderosas y convincentes que las interiorizamos y quedan alojadas en nuestro tejido muscular como memorias celulares... Nos aferramos a nuestras historias porque nos beneficiamos de ellas, incluso cuando a veces nos hacen sufrir..." (Villoldo, Alberto. Las cuatro revelaciones. Editorial Sirio, 2007).
Esta cita resume un poco lo que fui descubriendo espontáneamente en mi camino y me confirmó lo que puedo ver en los talleres que doy (enseñamos lo que necesitamos aprender): Escribir nuestra historia es terapeútico y desbloquea nuestra capacidad creativa no importa cuál sea nuestra herramienta de expresión.
 

viernes, 13 de agosto de 2010

La escritura es un acto físico

Cuando pregunto a qué plano corresponde la escritura la mayoría de la gente contesta "al mental o intelectual". En realidad, es un acto físico, que involucra cabeza, corazón y tripas. Responde al cruce de dos ejes que atraviesan el cuerpo. El primero nace de las tripas y asciende hasta la cabeza, y vuelve a las tripas. El segundo, va desde la mano izquierda (receptora)  hasta la derecha (emisora). El cruce se produce a la altura del corazón. Sin cuerpo, no hay escritura.
Cuanto más la entrenamos, mejor sale. No importa en qué nivel empieces, si te entrenás, accedes a un nivel superior. Si rara vez escribimos, cuando lo hagamos saldrá un texto oxidado, torpe, confuso. Si lo hacemos siempre desde un solo punto de vista y nunca exploramos otras posibilidades, es como una grabación que siempre dice lo mismo no importa cuál sea la situación actual.
¿Para qué escribir? Para dejar registro, tomar nota, permitir que las voces internas dialoguen y acuerden o no. Para descubrir aspectos olvidados o reprimidos. Para depositar nuestros pensamientos, recuerdos y creencias en algún lugar seguro hasta que estemos listos para revisarlos (de paso no nos andan siguiendo por la vida cotidiana, tiñendo todo lo que hacemos y decimos). Para explorarnos, descubrir quiénes somos y cuántas formas distintas tenemos de contar nuestra historia.
Todos necesitamos expresarnos todo el tiempo; desde una nota pegada en la heladera con instrucciones, pasando por una monografía o una presentación judicial, hasta un email. Todos los días, todos escribimos. Necesitamos y hacemos uso de esta herramienta a diario. Creemos que son sólo palabras y el texto dice lo que queríamos que dijera. La mayoría de las veces no es así. Surgen malentendidos, las tareas no se hacen o se hacen a medias, el mensaje llega distorsionado o nos ponen una nota o calificación que no está a la altura de los conocimientos que tenemos sobre un tema.
Cuando digo que es un acto físico y es entrenable, no me refiero sólo al aspecto mecánico, sino al acto de organizar un contenido interno y pasarlo a un documento de Word o papel. Más sobre esto en la próxima entrada.

lunes, 9 de agosto de 2010

La escritura como herramienta de expresión y sanación

Escribo como forma de vida. Y doy talleres de escritura desde hace 20 años. El primero fue sobre escritura periodística de investigación. Devino en uno de escritura creativa. En mi búsqueda de herramientas para ayudarme a mí misma y  a los participantes a expresarse mejor y destrabar bloqueos, descubrí que estos son siempre emocionales y tienen que ver con la historia personal de cada uno. Cuando contamos, nos contamos. Y nació el taller de la propia saga.
Buscando la línea central de nuestra vida, atravesamos, revivimos y limpiamos conflictos, traumas y carencias. A medida que avanzamos en la purificación, y permitimos que todos nuestros personajes internos cuenten su historia, vamos curando y alquimizando el contenido; se evidencia con claridad el deseo personal profundo, esencial, y se habilitan nuevas formas de llevarlo a cabo.
Crece nuestra capacidad de comunicarnos con precisión en todas sus formas. Y accedemos a un nivel superior de nuestro propio juego.
Los grupos que se arman y los resultados, son relevantes a la historia que trae y desarrolla cada uno de los integrantes. Cada participante se encuentra con sus otros yoes expresados por el resto. Y los cambios, el cambio, se reflejan en el mundo externo.