lunes, 13 de septiembre de 2010

Un cuarto lleno de personalidades

Imaginemos un espacio físico, una sala, por ejemplo, llena de gente. Cerca de la entrada hay tres personas bien vestidas, bien habladas, que se ven capaces de lidiar con el mundo de acuerdo a las reglas. Detrás de ellos, hay un señor muy serio, con cara de estricto, que sostiene un libro gigante entre sus manos y lo consulta a cada rato. Más allá de él, en la parte trasera de ese living, está el resto de los presentes, los cuales no tienen la posibilidad de avanzar hacia la puerta y mucho menos salir al exterior. El tiempo transcurre tranquilo y los tres de adelante conversan entre ellos con amabilidad. De pronto hay un ruido a la entrada y alguien de afuera quiere entrar con mucha fuerza. Todos los que están atrás se ponen de pie porque intuyen que hay una oportunidad de, por fin, salir. El hombre guardián se levanta y los contiene, mientras los tres que lideran debaten entre ellos sobre las posibilidades que tienen para resolver la situación. Una del trío decide llamar a la policía pero es obvio que no llegaran a tiempo; el segundo propone que pasen todos hacia un cuarto al costado pero esto no resuelve la situación porque quien pueda entrar a la sala, podrá ir a cualquier otro lado de ese edificio; la tercera propone dialogar con lo que está afuera pero los otros dos le dicen que será difícil razonar con alguien que está intentando entrar a la fuerza.
El señor guardián ha estado cuidando que ninguno de los de atrás avance y traspase el umbral que es su obligación cuidar, pero está cansado y se le ha caído el libraco que contiene las reglas. Es en ese momento que uno de los de atrás lo sobrepasa,  franquea el umbral y avanza entre los tres cerca de la puerta, la abre y golpea violentamente lo que se hallaba detrás de ella y pugnaba por entrar. Cuando lo miran bien, ven que quién estaba amenazando con romper la puerta tenía un arma y su cabeza estaba encapuchada.
¿Qué es lo que ocurrió aquí? Esto es una metafora de...

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